lunes, 30 de julio de 2007

LOA DEL MATRIMONIO

“ Pues ¡ Sí señor!. ¿ Mira que, si después de haber despotricado tanto contra el matrimonio, ahora va a resultar que es lo mejor de la vida? Con estas palabras, empezaba el artículo sobre “Los beneficios del matrimonio” de hace varios años, cuya lectura recomiendo.

“Sesudos científicos” después de minuciosas investigaciones y tras elaborar complejas estadísticas, llegan a unas conclusiones que están dejando en ridículo a muchos progres. Han descubierto lo que ya sabían nuestros abuelos: la bondad del matrimonio .

El matrimonio, cualquiera que sea su clase: católico, protestante, musulmán, civil,… es una de las instituciones humanas más respetadas y valoradas en todo el mundo y en todas las épocas. Se le rodea de ritos divinos, de fiestas, de contratos sociales,… y lleva impreso la esperanza del hombre y la mujer en la supervivencia de los padres y de la especie.
Como todo en la Tierra tiene defectos de fabricación y fecha de caducidad . Al no ser perfecto nos encontraremos con matrimonio buenos , regulares y malos. Son tantas las clases de matrimonio que, para centrar discusiones, nos limitaremos al matrimonio católico que ha sido, hasta hoy, el más frecuente en España, donde los españoles o son católicos o se suelen quedar en agnósticos, ateos o en nada.
Hay que reconocer que un matrimonio normal, aceptablemente avenido, constituye una fuente de felicidad incomparable. Pero, el matrimonio, como cualquier otra organización humana o un simple aparato como la nevera o un coche han de ir acompañados de su correspondiente “Manual de funcionamiento” sin cuyas directrices, la organización o el aparato no cumplirá o cumplirá mal la función para la que fue creado. Estos manuales, como las normas de circulación no coartan la libertad del hombre, como podría parecer ante un STOP, sino que nos garantizan el buen camino y nuestra seguridad. Pero, ¿Cuál es este manual? El de siempre: Los Evangelios.
Resumiendo, diremos que El matrimonio católico es la unión de un hombre con una mujer para toda la vida, avalado mediante un contrato y por amor.
De un hombre y una mujer no entre dos hombres, entre dos mujeres ni entre un ser humano y un animal. Así se ha considerado en todas las civilizaciones, hasta hoy, hasta que llegó la “Relatividad Moral de las costumbres” con la que todo se intenta justificar, incluso lo injustificable. “Guerra”, el torero había descubierto que “ Lo que no pue ze, no pue ze, y además es impozible”
Para toda la vida: el hombre y la mujer apuestan a una sola carta su futuro. Su decisión, como otras muchas decisiones en esta vida, no tiene marcha atrás, como no hubo marcha atrás cuando Cortés quemó las naves. Esta indisolubilidad es muy firme dentro de la Iglesia católica, basada en las palabras de la Biblia y de Cristo: “Yo os digo quien repudia a su mujer la expone al adulterio. Y el que se casa con la repudiada comete adulterio”… “ Por eso dejará el hombre al padre y a la madre y serán los dos una sola carne. Por tanto, “…lo que DIOS unió no lo separe el hombre” Los apóstoles escandalizados replicaron: “Si tal es la condición del hombre con la mujer, mejor es no casarse”…” No todos entienden esto, contestó Jesús, sino aquellos a quienes ha sido dado” como los sacerdotes, monjes y monjas y por amor a Dios. Como dijo el Papa :“No se casa uno a prueba, como no se muere uno a prueba”
La Iglesia ha elevado al matrimonio a la categoría de sacramento, que da gracias o fuerzas – no al hombre o a la mujer, sino a los dos juntos - para cumplir sus obligaciones. Por otra parte los inconvenientes del matrimonio no son muy diferentes, guardando las distancias, de los que puedan tener las relaciones entre el soldado con su capitán, el obrero con su jefe, entre vecinos, enemigos, sanos y enfermos, la esclavitud real aun vigente, el hambre que esclaviza, …que hacen la convivencia humana, en muchos casos, un infierno durante muchos años. El Señor no dijo nunca que el mundo fuese un camino de rosas, y habló de “entrar por la puerta estrecha” pero en todos los casos prometió su ayuda. El nos dijo: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré, Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, ...”
No son las leyes del divorcio las que ponen en peligro al matrimonio. El verdadero peligro yace en que muchos cristianos han perdido el carácter sagrado del hombre , creado por Dios a su imagen. La vida del hombre es finita en la Tierra, pero infinita en el más allá; no se puede anular como no se puede anular el matrimonio ante Dios. Un católico, de verdad, jamás pensará en divorciarse aunque todas las leyes del mundo lo autoricen, y no se divorciará porque no le dará la real gana de ofender a Dios. Tras dos mil años de experiencia comprobamos que, por muy difícil que nos resulte un mandato del Señor, siempre es preferible a cualquier otro del hombre que intente sustituirlo.
Avalado por un contrato. “La sociedad exige una documentación que ampare y legitime la posesión de cualquier cosa o animal: coche, caballo, casa , lavadora o un cargamento de tomates. En todos hay que firmar facturas o escrituras de propiedad, donde se especifican los derechos y deberes a que ambas partes se comprometen. Y, ¿ Comprometerse dos personas a vivir en común, y ser la una de la otra, exige menos papeles que comprar una burranca? ¿No se debe exigir, ante la sociedad, la firma de contrato-compromiso de entrega mutua voluntaria con derechos y deberes entre hombre y mujer, para legalizar dicha convivencia y para criar los hijos? Si no existe un derecho de propiedad no se es propietario, y en este caso, la propiedad: finca, casa o persona la puede “hurtar” cualquier otro, sin que se pueda reclamar nada a nadie. Además las ayudas económicas al matrimonio y a la enseñanza exigen documentos.¿Qué nos está pasando, hay falta de esperanza, de olvido de Dios y de sus leyes? Terrible señal evitar hijos incluso asesinándolos antes de nacer.
Por amor. En gran parte. reside en el amor la causa del “matrimonio para siempre” Desde el momento en que uno se enamora, la presencia del ser amado nos transporta al cielo, y ninguna dicha es comparable a su presencia. Poco a poco llegamos al noviazgo y , casi sin darnos cuenta, al matrimonio, El día más hermoso de nuestras vidas, que junto al viaje de novios nos envuelve en un alo radiante de felicidad incomparable. Pero esta ventura no durará si no cumplimos nuestro “Manual de funcionamiento”
El matrimonio es nuestro principal “negocio”, si fracasamos en él, habremos fracasado en una de la partes más importante de nuestras vidas. Para mantener cualquier negocio o empresa estudiamos, hacemos fuertes oposiciones, nos entrenamos todos los días si somos deportistas, nos actualizamos y estamos pendientes de los competidores, de los clientes, de los jefes o empleados, de Hacienda,… y de un sin fin de trabajos. Hasta unas simples macetas hemos de cuidar diariamente para recoger una flor.
¿Y pretendemos triunfar en nuestro matrimonio sin haber hecho ni siquiera un cursillo sobre su realidad? ¿Vamos a tratar a la maceta mejor que a nuestro marido o mujer? Si queremos amor, tenemos que dar antes amor. Y el amor se compone de un conjunto de pequeños detalles sin aparente importancia que con el tiempo aprendemos a valorar: Una sonrisa siempre, una caricia, un beso al entrar o salir de casa, un tragarse el amor propio desmedido en todas las ocasiones, y tragarse también la más mínima ofensa que oscurecerá el ambiente, quizá por años.” Paciencia y barajar”
Si como suponemos, somos católicos, lo primero será meter a Cristo en nuestro matrimonio o este durará menos que un submarino descapotable. Previo a la boda debemos asistir en la Iglesia a los cursos Prematrimoniales. Cuando hay amor , y si no lo hay también, hay que exigir respeto a la dignidad de cualquier persona y, mucho más si esta es el marido, la mujer o los hijos. ¡Qué difícil es que un matrimonio llegue a buen fin si antes “se ha disfrutado de todo” o se ha llegado al aborto. ¡Pobre juventud la de hoy! Con el nombre de libertad y de igualdad le están dando gato por liebre con música de botellón.
A nivel mundial, frente a tantas ideologías destructivas combatiendo ferozmente a la sociedad: matrimonio, enseñanza, fomento de la homosexualidad y del sexo, legislaciones proabortistas,…solo nos queda la Iglesia Católica como última barrera. En esta lucha el católico tiene que tomar partido y actuar en consecuencia, especialmente en su contorno familiar y social.
Si la desavenencia o la incompatibilidad sube de tono, la Iglesia dispone de los mecanismos necesarios para hallar la mejor solución. Recurramos a ella antes que a los abogados. “Cuando la gente se casa, provoca una inversión en la vida del otro”, afirmaba Jennifer Marshall, directora del departamento de estudios familiares del Family Resource Council. “Cuando vives una relación de poco compromiso, se puede volver volátil porque esta clase de relaciones no comprometen” Incluso aquellos que permanecen en un matrimonio no feliz terminan por ser más felices que los que se divorcian. El estudio también demostró que el divorcio no aumentó la autoestima ni alivió la depresión. “Hemos exagerado los beneficios del divorcio como una forma de hacer felices a los adultos”. La generaciones que ahora tiene más de 65 años hemos tenido cuatro o más hijos, un divorcio era algo muy raro, y en general los matrimonios han sobrevivido a todas las circunstancias.
Sin embargo, y a pesar de los pesares ¡ Cuántas alegrías y satisfacciones nos da el matrimonio! Muchas, muchísimas:
Pasa el tiempo feliz del noviazgo, el de los primeros meses de matrimonio, y seguimos disfrutamos de la compañía del ser amado, de sus penas y alegrías, de los silencios, cogidos de la mano, sintiendo el calor del amor mutuo. Pocos meses más tarde , un día, aparece la ya esposa algo sonrojada, con los ojos brillantes y susurra: “Vamos a tener un hijo” ¿Quéee? Responde el marido, y, sin darse cuenta, se funden en un abrazo de alegría incontenida, mientras unas fugaces lágrimas corren por sus mejillas. Va nacer un nuevo ser: ¡ Su hijo !
Sus primeros pasos, el milagro de oírles balbucear papa o mama, su primer día de colegio, todo un mundo que nos hace levantar la cabeza y dar gracias infinitas a Dios. Pasa el tiempo y cambian los problemas: los estudios de los hijos, la carrera, oposiciones, novias o novios y nuevos matrimonio y al final : los nietos. Otras fuentes de alegrías y zozobras.

La vida sigue con sus victorias y fracasos, alegrías y dolores, abundancia o escasez, enfermedades y accidentes , muertes de seres queridos y de amigos. En todos los casos el marido y la mujer saben que pueden contar con su pareja para superar los inevitables baches del camino. La vida familiar está llena, la de cada uno adquiere sentido. El horizonte se abre: fiestas familiares conjuntas, veraneos con los hijos pequeños, nuevos amigos, fotos familiares,…En la vejez, cuando reabrimos los álbumes de fotos y contemplamos la vida pasada, la “saudade” nos inunda y comprobamos que ha merecido la pena. En ocasiones, pasa en todas las familias, las desgracias se acumulan en el tiempo. Entonces las palabras de Cristo vuelven a resonar: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré” . Y comprendemos que, a pesar de los pesares, el matrimonio de uno con una y para siempre merece la pena.

Mérida (España) 23 de julio de 2007

Alejo Fernández Pérez

Alejo_fp@terra.es

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